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Mi Vida, el Cine y la Comida



Por la Chef Claudia Salazar Arenas

Fotos: Cortesía de la Chef






Presentarme nunca ha sido una tarea fácil para mí y por supuesto mucho menos decir quienes son mis padres o mi abuelo, pues invariablemente cuando la gente sabe esto, viene la incómoda pregunta: ¿y tú no te dedicas al cine? Al principio mi respuesta siempre era: “No, yo soy el patito feo de la familia”, pero con el tiempo he aprendido que la cocina es también un arte; en donde el principal ingrediente es el amor con el que se crea un platillo.


Las reacciones que provoca en nosotros un plato se parecen a las cualidades que una película o una obra de arte evoca en los espectadores. Un platillo tiene la capacidad de transmitir un mensaje por medio de los sabores, aromas y texturas. La cocina es uno de los enlaces más fuertes de la sociedad que nos ha permitido generar convivencia. En una mesa se han cerrado tratos, firmado acuerdos, declarado guerras, fortalecido relaciones. Es el espacio donde se conoce a la gente.












Nadie duda que la comida es el legado de las madres y de las abuelas, es el resultado de la suma de conocimiento heredado de generación en generación. Sin embargo, mis primeros recuerdos no son viendo a mi madre cocinando, sino organizando con una gran dedicación y amor reuniones en mi casa. A pesar de no cocinar, ella decidía desde que se iba a servir de botana hasta que se serviría en la madrugada en caso de que los invitados se quedarán hasta más tarde; cosa que debo decir, SIEMPRE pasaba. Se detenía en cada uno de los invitados y tomaba en cuenta si era alérgico o no le gustaba algo. No importaba si era una cena de 50 personas o simplemente un invitado a la mesa.







Recuerdo comidas con grandes actores de la época de oro del cine mexicano que para mí en ese momento eran simplemente amigos de mis padres o mis tíos, dependiendo de lo cercana que fuera la relación. Recuerdo a mi madre diciéndonos a mi hermana y a mi: "Niñas, hoy viene a comer su tía Ariadna (Ariadna Welter) y a ella le gustan las berenjenas o su tía Martha (Martha Roth) y ella no come camarones entonces le pediré a Licha que haga un albondigón; o el sábado su papá ha organizado una comida con todos los de la película que en ese momento estaba dirigiendo" y podía ir desde Gregorio Wallerstein (productor de cine y conocido como el Zar del cine mexicano) hasta Lola Beltrán.








Vienen a mi mente las grandes charolas en la cocina de la familia llena de deliciosos platillos, a los meseros corriendo de un lado a otro, y a Licha probando cada uno de los platillos que mi madre le había pedido que hiciera.







Sin embargo esa hospitalidad no se limitaba a que ella decidiera el menú y se preparara todo en su cocina, muchas veces se abrían las puertas para que grandes figuras también crearan sus propias obras; por ejemplo, a Enrique Rambal haciendo una deliciosa paella o a su esposa Lucy Gallardo preparando un delicioso platillo argentino.



Creo que a pesar de mi corta edad, el ver como cada uno de los invitados disfrutaba el menú que mi madre había elegido para esa ocasión, sembró en mí la semillita de la hospitalidad.



De quien estoy segura me viene la pasión y el amor por la cocina es de mi abuela Lola, la madre de mi mamá, quien como yo, tampoco se dedicaba al mundo artístico, más bien ella creaba sus obras en la cocina y todo el mundo aplaudía sus platillos, como si aplaudieran al final de una obra de teatro.



A veces me pregunto el cómo y cuando me entró el amor por la gastronomía ya que nunca fui una niña de entrar a la cocina para ver qué estaba cocinando mi abuela o Licha (que además debo decir NUNCA me dejaban entrar cuando estaban inspiradas en sus creaciones). Crecí siempre teniendo quien cocinara por mí; pero cuando me casé y me fui a vivir a Berna, Suiza, tuve la obligación de entrar a la cocina. Debo confesar que fue una pesadilla pues hasta el agua se me quemaba y muchas veces tuve que hacerle una llamada de larga distancia (aún no teníamos la maravilla del internet) a mi abuela para que me dijera cómo saltear una cebolla o como se usaba la olla express. Poco a poco fui adquiriendo práctica y empecé a disfrutar cada momento en la cocina. Pero no fue hasta que organicé la primera recepción en mi casa, donde recibimos a diplomáticos de todo el mundo y, poniendo toda dedicación y esfuerzo, resultó todo un éxito y los invitados me felicitaron. Ese día supe que lo mío era la cocina.



A partir de ese día me dediqué a estudiar y a prepararme, como se preparan los actores para cada película u obra de teatro para que mi obra resulte siempre un éxito. Dentro de la cocina me siento muy segura como cuando mi papá se sentaba dirigiendo una película o mi abuelo se preparaba para una obra de teatro.


Ahora cuando me preguntan que si yo no me dedico al mundo del espectáculo mi respuesta no es “Soy el patito feo de la familia” sino “no, no salgo en películas pero me dedico a otro tipo de arte, la cocina; inspirada en mis padres”.




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