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Cambiando Vidas

Casa Hogar Mexiquito: Un lugar en San Miguel de Allende que da esperanza y amor




Por Liliana Munguía Montiel


Sin duda, hay lugares que destruyen vidas, pero afortunadamente hay otros que las reconstruyen. Y esa es la maravillosa labor de la Casa Hogar Mexiquito. Yo le estaré eternamente agradecida a este lugar y a su gente que lo ha mantenido en pie con trabajo interminable para cuidar corazones indefensos.




Es maravilloso llegar ahí y sentir paz, respirar un ambiente sano, lo mismo que ha de sentir cada niño que es albergado y bien recibido para ser protegido. Es donde mis hijos formaron recuerdos de su infancia que guardan con cariño, gracias a cada madre y voluntario que estuvo ahí para apoyarlos. Ahí es donde ellos estuvieron a salvo, y les explica un poco su origen. Sabemos que su corazón fue lastimado, pero también protegido.




El hecho de que este santuario se ubique en San Miguel de Allende hace la diferencia, porque donde se reúne el arte, la cultura y la moda, también congrega personas sensibles, y muchas de ellas dan su tiempo para ayudar, enseñar y compartir con esos seres que tienen algo en común en su historia: violencia o abandono.


¡Nunca comprenderé que alguien pueda traer al mundo a un ser que luego abandona, desatiende o maltrata! Pero me alienta que existe el que da, aporta y acoge sin distinción, sanando lo que otros dañaron.




Papás de corazón

Hace 9 años tuvimos la gran fortuna de llegar a este lugar luego de 9 meses de trámites, casorio, abogados, psicólogos, exámenes, idas y venidas de Querétaro a Guanajuato, TODO UN EMBARAZO con náuseas, nervios y miedos; porque pronto tendríamos a dos

pequeños niños en casa, y aprenderíamos a ser papás.


Una mañana de enero fue el día del encuentro, mamá y papá estábamos esperando en un cuarto de la Casa Hogar para conocerlos; de fondo sólo escuchábamos pajaritos cantar y uno que otro niño jugando hasta que ¡escuchamos sus vocecitas a lo lejos!, también nerviosas, preguntando todo lo que estaba por pasar. ¡Ese día cambió nuestras vidas por completo, creció nuestro corazón, se recalcularon nuestras metas de vida!; nosotros hemos trabajado para ser una mejor versión para ellos. Y así de 3 y 5 años de edad, ahora festejamos 12 y 14 años, entrados en la adolescencia.


Muchos preguntarán si fue fácil o difícil el proceso. Ahora sé, que es lo mismo que cualquier madre o padre, lo difícil no está en parir sino en aceptar el compromiso de criarlos, pero también de gozarlos.


¿Es diferente el amor? No, simplemente es amor; y muy  profundo porque llegamos al punto en que se borró esa diferencia de cómo llegaron a nuestra vida, todo se acomodó, todo tuvo una explicación, nada ha sido imposible, y hoy son NUESTROS de pies a cabeza. Ser padres no es cosa fácil, pero tampoco te derrotas si los recibes con amor y abrazas todo lo que viene con ellos.




El pilar de Mexiquito: Madre Teo

Mexiquito no es un lugar en el cajón de los recuerdos para nosotros, al contrario, a lo largo de este tiempo hemos vuelto y estamos en contacto con Madre Teo, una mujer que transmite calma, confianza y ánimo ante lo que muchos podríamos ver como desgracia.


Este texto me hizo regresar una vez más, platicar con ella y abrazarla por su labor durante 16 años en esta Casa Hogar. Orgullosa de su capilla, de sus murales, de sus eventos, de lo que ha logrado con las aportaciones, y de su nuevo gran proyecto: un espacio de memorabilia dedicado a Guadalupe Mojica, fundador de esta Casa Hogar.


Sin duda se necesita ser un roble ante tantas historias que pasan por Mexiquito, y como ella dice: “de algunos niños sabes cuál fue su destino, pero de otros no sabes en qué terminaron”, porque finalmente los plazos se cumplen, el DIF interviene y la estancia de los niños es temporal. Me cuenta que viven en un duelo constante, porque inevitablemente se forman lazos que luego hay que soltar. El consuelo de esta Hermana Dominica de María es que en ese pedacito de vida que les tocó con cada niño, se hizo todo para reparar sus corazones y lograr que su vida fuera mejor, porque ahí el principal objetivo es cuidarlos y que estudien para encaminarlos a una mejor vida.




Cuando el amor es el origen

Ese gran amor por lo que hacen ha logrado que este lugar sea un espacio acogedor, por ejemplo, su capilla con vitrales y un altar de piedra monumental que se aprecia en la misa de los domingos. Ahora, Madre Teo decidió valorar y rescatar la labor de Fray José de Guadalupe Mojica, fundador de Mexiquito, con un pequeño museo en lo que fue su hogar. Mojica nació el 15 de septiembre de 1896, en San Gabriel Jalisco. Se movió a Ciudad de México, estudió en diversas escuelas y sus habilidades lo llevaron a ser tenor de la compañía de ópera de Chicago donde logró mucho éxito en la década de los años 30, además, hizo varias películas en Hollywood.


Se mantuvo alejado de la religión católica hasta que empezó a conocer la vida de San Francisco de Asís y se acercó a la orden franciscana de la que se hizo hermano terciario en 1936. Así llegó a San Miguel de Allende, buscando retirarse de lo mundano de su profesión compró la granja Santa Mónica a un costado del Parque Juárez y fundó la Sociedad de Amigos de San Miguel que hizo muchas obras para embellecer el pueblo, hasta que murió su madre y migró a Perú.

En 1966 Don David Labrada inició la construcción del Santuario Hogar Guadalupano Mexiquito, pero fue en 1967 que Mojica regresó acompañado del hermano Fray Gonzalo de Jesús Abreu, y ambos trabajaron con ahínco para echar a andar la Casa Hogar como Asociación Civil, a partir del 8 de mayo de 1967.


Esta historia, digna de contarse, se narra en la casa de Mojica ubicada a un lado de la hermosa capilla de Mexiquito y donde se reunió la memorabilia del fundador, además de una serie de murales que está terminado el artista plástico Edgardo Kerlegand*, incesante creador de rostros que está aportando su arte para dar más valor a este espacio que será de mucho beneficio para la casa Hogar.




El reencuentro de las almas

¿Cómo no estar orgulloso de ser parte de Mexiquito? ¿Por qué pensar en dejarlo atrás? Dos años después de ser papás nos llegó la invitación para regresar a la Casa Hogar y festejar los 50 años de Mexiquito. No lo niego, lo dudamos, valoramos si queríamos mantener esa conexión; y la decisión fue un sí. ¡Qué gran fiesta!, nos trajo muchos recuerdos, bellos reencuentros y desde entonces hemos revalorado todo lo que vivimos y todo lo que está pasando. Al día de hoy, incluso siento más orgullo y placer de formar parte de este santuario que sigue sanando almas, reuniendo personajes y creando

espacios únicos que fortalecen su alma; una bendición para todos los sanmiguelenses que lo tiene a la mano para ayudar.


Sobre Edgardo Kerlegand

Nació en el estado de Chiapas, se interesó por la pintura desde los doce años, ya entonces era predominante su interés por la figura humana y la presencia de la mancha se hizo visible desde sus primeros dibujos. Las perturbaciones espirituales y la introversión de sus seres han sido determinantes en su obra, los colores y texturas que surgen por sí mismos lo caracterizan. Su influencia principal viene de la iconografía ortodoxa así como de los expresionistas alemanes y el muralismo mexicano. Edgardo ha expuesto favorablemente en los Estados Unidos, Argentina, Croacia, Bosnia Herzegovina, Yugoslavia y por supuesto en México. (Información tomada de su página oficial).



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